Blogia
MaRioSe.Compartiendo Sueños.

Relatos

LLEGADA INESPERADA

LLEGADA INESPERADA

Con mi rostro reflejándose  en el espejo,  intentaba verme más allá de lo que acostumbraba hacer. De forma mecánica, me maquillaba como si se tratara de un simple ritual diario. Vestía mi cara con maquillaje como si me calzara los tacones o el cinturón de mi pantalón. Un paso más hacía el mundo exterior. Lista para lo que hiciera falta, pero con  la árida sensación en mi estomago de arrojarme desde  de un paracaídas.

Mientras mis pestañas se acercaban  al pincel de rímel, para ser bañado por este de forma sumisa y con resignación,  mis pupilas se dilataban, se abrían como un túnel oscuro  y confuso.
Ahora todo me resultaba difuso, no entendía nada. Me llovía los interrogantes. Sólo intuía que  mi mundo dejaría de ser como antes. Si Carlos no dejaba de repetir lo bonita que era, si en  su mirada notaba signos de admiración y amor, si reíamos con apetito como dos niños cuando estabamos juntos, sí sabía que no nos hacía falta ni hablar porque conocíamos nuestros pensamientos con sólo una mirada. Si aunque no éramos la pareja perfecta (pero ¿quién lo era? la convivencia trae desencuentros con ella, es inevitable que a veces no conectáramos, que pareciera que íbamos por caminos separados,) pero de una cosa estaba segura y era que  nos amábamos. Entonces ¿por qué me engañaba con  otra mujer? Bueno, mujer es un decir, porque la chica que vi desnuda en la cocina, cuando regresaba más temprano que de costumbre a nuestro apartamento, no debía de tener más de 20 años.
La mujer temperamental que me creía hasta entonces, no hallaba entender como de mi garganta había desaparecido cualquier ápice de sonido. Mis cuerdas vocales se quedaron bloqueadas como lo estaba yo. Únicamente sabía que  el  miedo se había venido  conmigo, me  perseguía y una vez alcanzada,  lo dejé  entrar, me  lo comí, para aplastarlo  con  mis  intestinos, hacer la  digestión y digerirlo hasta que sólo fuera heces, tiradas por la taza del retrete.

Veía tan patético a Carlos, tan asombrado por mi llegada,  que no tenía ni ganas de oír  sus ilusas explicaciones. Pero qué me iba a explicar, si ya no me serviría de nada lo que me dijera. Qué más daba, que intentara justificarse contando que la chica era su alumna y estaba pasando un mal momento...

Me sobresaltó el sonido ensordecedor del timbre. Aterricé, pisando tierra. Estaba en casa. Pero era evidente que  por poco tiempo. Antes de abrir esa puerta, quería despedirme de aquel funesto lugar al que no volvería a llamar jamás, hogar. Ya nada importaba, sólo lo habitaban muebles, cuadros, cortinas... ¿Cortinas? Juraría que en aquel ventanal antes había una liviana cortina blanca. A nosotros nos gustaba invitar siempre a la luz. Nosotros, cortinas, nada. No quedaba nada. La cortina ahora servía de vestido para aquella adolescente que yacía en el pavimento embaldosado. Siempre pretendí ser buena anfitriona y no dejaría  que aquella chica cruzara el umbral de la muerte, desnuda. Pero no lo haría sola. Aunque me pesara, se iría con él. Las dos habíamos ganado.
Había llegado la hora de marchar. Sonó de nuevo aquel desolador timbre. Como desolador era aquel lugar, ya inerte y frío. Me estabais llamando. Estaba preparada. Ahora sí.


 

AMIGO-ENEMIGO.

AMIGO-ENEMIGO.

Apareciste como una ráfaga y te vas silencioso, sin explicaciones. Te odio porque antes te quise. Pero eso es otra historia, antes era tan joven, tan bella, sentada en un sillón mullido de flores.

Ahora esas flores están marchitas. No, no me conoces, reflejas soledad, pero nunca supiste lo que pensaba. Sólo te has fijado en el exterior. Te quedas con el envoltorio, con sólo mi silueta, con la forma. Pero yo soy más que eso. A mí me gusta más el regalo que lleva dentro. No sólo el papel de colores con lindos lazos que lo envuelve. Un día fuiste mi amigo, pero hoy se fue el encanto.

Eres tan impenetrable y superficial... Tan sólo eres una pequeña luz en la oscuridad. No puedo aguantar tu silencio por más tiempo. Antes te daba tanta importancia...Pero a ver ¿quién eres tu? o mejor aún : ¿ Quién te crees que eres? Eres sólo uno más, con diferente marco. Todo es relativo, todo depende de la luz con la que mires. Pero te domé. Sí que lo hice. Tú en el fondo, no me conoces de nada, como para atreverte a insultarme. Tú que no tienes ni personalidad propia, que te dejas llevar por la primera que se te acerca, con la primera que ves pasar. Te veo, me ves, me dejo llevar y ya ni me quejo.

Te dí entrada a mi casa, en mi hogar, con mi familia, te puse en el mejor sitio. Ya sólo me acuerdo de ti como referencia, sólo por necesidad. Ya no brillas con luz propia. Eres todo lo opuesto a mí. Te veo tan...vacío. Siempre diciendo lo mismo.

Ya no te haré caso. Ya no me fijaré más en ti cuando te mire, ya me salí de ti, no me reflejas para nada. Sólo te veo como lo que eres, un simple y maldito espejo.

VACACIONES INTERNAUTAS

VACACIONES INTERNAUTAS Este sueño que me persigue desde hace unos días me recuerda cuando estaba embarazada. (¡Bah! que no, que seguro que no lo estoy) pero llevo dos días que sólo quiero dormir, aunque no lo haga, se me cierran los ojos, como si estuviera muy drogada, muy cansada. Hasta en la oficina cuando me he quedado sola, sin más ruidos que los que se desprendía del aire acondicionado, me he sorprendido, cuando con el sonido del teléfono me he despertado.

No estoy triste, al revés me siento bien conmigo misma, pero supongo que necesito unas vacaciones (no he tenido aún sólo algún fin de semana suelto) y me acuesto no antes de la una de la madrugada y a eso de las cinco y media ya estoy en planta. Cuando me levanto me meto en la ducha (fría) aunque la noche anterior también lo hiciera, pero es como más rápido, para ponerme en contacto con la vida y despertar, sino me vuelvo a la cama y me quedo dormida; y eso, quedaría sensacional, pero en sueños, porque en el trabajo, me esperan para abrir, por regla general, así que no puedo permitírmelo. Después de la ducha, me tomo un café recién hecho y me voy pitando.

La jornada intensiva se me acabará la semana que viene, por lo que quiero aprovecharla para hacer más cosas además de conectarme, escribir, leer los blogs, responder a los correos, comentar, así que desconectaré Internet, para que no me de impulso, ni curiosidad por ver si me comentasteis, hicisteis nuevos blogs, que al leerlos me empujen (gustosamente) a contestar y con ello, vuelta a empezar. Seguro que sabéis de qué hablo ¿a qué sí?

Si lo escribo, lo hago, con tal de no quedar mal, por eso lo pongo, porque presumo de ser persona de palabra y bla, bla, bla... aunque sea una pecadora de la pradera, que como vea el ordenador, voy a querer encenderlo, así que a lo mejor (digo, a lo mejor) le digo a mi novio (es mi marido, vale, pero yo lo llamo así, ¡Ea!):

- Niño guárdamelo, que yo no vea dónde la escondes. (La tarjeta inalámbrica del portátil) y él con ojitos divertidos, me conteste:
- No, no podrás, no podrás aguantar ni un solo día. No eres capaz.

Y entonces yo más chula que un ocho le conteste: Ya verás, ya.

Porque ha dicho la frase mágica, la que siempre me dice cuando quiere conseguir que haga algo, y es que... supongo que soy un poco orgullosa y caigo, casi siempre.
Pues eso que si no posteo, es que no he encontrado la tarjeta del demonio esa, así que tranquilos, que es como una cura de desintoxicación, o algo por el estilo, que mi intuición me dice que me hace falta. Así que no escribiré hasta por lo menos el… ¿martes?, ¿miércoles? ¡Hummm! ya veremos, lo que mi adicción aguante, que para qué mentirnos soy una drogo- dependiente bitacorera (o bloguera, que no bollera, o será flojera lo que tenga... vete tú a saber)

Los planes son estos, lo que me apetece hacer (me leeré el futuro inmediato, a ver si acierto, al menos el 90 %):

Mañana: Toda la mañana desde bien temprano, nos vamos a descubrir una ruta ciclista campo a través.

Al mediodía la suegra nos invitó a comer (para ser más exactos, su hijo se invitó por la cara, que la convence con sólo decirle: “mamá, haznos arroz, del tuyo, que lo hecho del menos” luego lo mato, pero después de comer el arrocito de la “peazo” suegra, que lo hace tan rico, que es muy buena y la quiero mucho... siempre que se quede en su casa y venga de visita, no a quedarse, pero más que todo, porque se aburriría con nosotros y tal y tal...:PPPP)

Tarde: Comprar en el “Eroski” (ahora me acuerdo que tengo una disparatada historia del hiper, pero si la posteo, no vale del trato ¿vale? Sólo será copiar, pegar y ya está, lo juro por Snoopy)

Y limpiar la casa y alrededores, (campo, vivo en el campo y las higueras, los ciruelos, los manzanos... me traen frita) barreré y barreré como la ratita presumida, pero en bikini que es más moderna y quizás un delantal, que aunque aparentemente no sirva de nada, yo se porque lo digo.

El domingo nos iremos a andar, (si digo a andar no es a dar un paseillo precisamente, es ponernos las botas de montaña) prepararemos bocadillos, nos llevaremos las mochilas, la cámara de fotos, comeremos por el camino y a hacer senderismo.

Y entre semana, a planchar (el cuarto de la plancha lleno, lo tengo) y hacer de ama de casa, que como todos trabajaran ya por la tarde, me quedaré solita y aprovecharé mientras ordeno cajones, a poner cositas ordenadas en mi cabeza, que cada vez me cuesta menos, porque no descuido su limpieza mental y me voy deshaciendo de pensamientos tóxicos de antaño.

Terminaré uno de los libros que estoy disfrutando con él (“Una palabra tuya” de Elvira Lindo, os lo recomiendo) y quizás escriba sobre una película que aún no se ha estrenado, pero como conozco a la madre de la artista (que es poeta sevillana y ya está al caer la presentación de su libro, que si puedo asistiré), pues estoy al tanto de cada avance, ya os contaré, porque intuyo que será todo un éxito de taquilla, ya veréis.

Y esas cosas...

Feliz fin de semana.
Feliz semana
Quererse mucho. Hacerlo por mí ¿si?

Si entráis en mi página y os apetece, podéis visitar el archivo que seguro que hay cosas nuevas para vuestros ojitos y bla, bla, bla...

ÁNIMO

ÁNIMO Tomo notas, indistintamente, con un bolígrafo o con un lápiz colocados junto al ordenador, sobre un cuaderno escolar, de rayas. Al lápiz hay que sacarle punta de vez en cuando, lo que constituye una actividad artesanal que sirve también para la reflexión. Pero la diferencia más notable entre él y el bolígrafo es su modo de perecer.

El bolígrafo no cambia de apariencia ni siquiera cuando se encuentra en las últimas. Y deja un cadáver tan curioso que nadie diría que está muerto si no fuera porque no pinta nada ya, aunque resucite a veces de improviso y trace un par de líneas, incluso un párrafo, antes de volver a expirar. La gente se resiste a desprenderse de los bolígrafos vacíos porque continúan como nuevos. Sólo se consumen por dentro, en fin, y siempre se acaban a traición, como el butano. El lápiz, en cambio, agoniza por dentro y por fuera a la vez, y deja un cadáver mínimo, un detrito del que uno se deshace sin ningún sentimiento de culpa. Punto y aparte.

La naturaleza presenta casos semejantes al del bolígrafo. Ahí está el caracol, que envejece sin una sola arruga exterior, sin un fruncido. Y no hay que sacarle punta cada poco: él mismo, mientras vive, asoma los cuernos al sol, caracol quiscol, y una vez muerto, si te encuentras la concha en un tiesto o en el agujero de un árbol, la guardas en el bolsillo y al llegar a casa la colocas junto a los bolígrafos difuntos. Tenemos una pasión curiosa por la cáscara, de ahí la afición a las cajas, sobre todo a las cajas fuertes. Hay personas que coleccionan pastilleros vacíos, que viene a ser lo mismo que guardar bolígrafos sin tinta, con los que sólo se pueden escribir poemas inexistentes, que muchas veces son los mejores.

Pese a todo, tal vez sea más digna la actitud existencial del lápiz que la del bolígrafo, la de la babosa que la del caracol, aunque no dejen cáscara para los arqueólogos. Conviene sacarse punta cada mañana, pese al espanto de ver cómo se agota uno. Lo complicado de sacarse punta es saber cuánto te tienes que afilar para escribir lo suficientemente claro sin romperte antes de que hayas acabado la novela o la vida. Pero eso constituye un ejercicio de conciencia, y quizá de consciencia, bastante saludable.
Ánimo.

(Juan José Millás)

ALAS DE MARIPOSAS DORADAS. (3ª parte)

ALAS DE MARIPOSAS DORADAS. (3ª parte) Comenzó a caminar descalza por el pasillo, se puso una camiseta de él que encontró tirada en una silla. Olía a tabaco mezclado con su perfume tan sensual y varonil.

Se asomó al dormitorio. Bruno dormía como un niño, abrazado a su almohada, de espalda, completamente desnudo. Tenía ganas de curiosear, pero a la vez tenía miedo, no quería entrometerse en su vida y que la envolviera de tal manera que no quisiera marcharse. Mejor sin ataduras, eso era mucho mejor. Sin preguntas, sin respuestas.

Un gran cuadro presidía el salón, era de una mujer bellísima desnuda, parecía antiguo, como si siempre hubiera estado allí. Quién sería ella. No, no haría preguntas.

Había una gran librería, pero con pocos libros, solo algunas enciclopedias y pequeños marcos llenos de fotografías. Una parecía Bruno de niño, con melena rubia, parecía un ángel. Aunque algo había en él, que no le cuadraba, intuía algo oscuro, en su pasado. No sabía la razón, pero ella siempre había tenido mucha intuición, con las personas.

Había un libro que le llamó la atención estaba todavía envuelto en plástico, encima del televisor, y su autor era:
“Bruno Montoya Moura”. Era su libro, algo le había comentado, pero ¡estaba publicado!, eso era fantástico, por fin había tenido el coraje suficiente de publicarlo. En el suelo detrás de un sofá había una caja llena de libros iguales, todos llevaban el mismo título “Alas de mariposa doradas “.

- Pero cielito, ¿qué haces levantada?, Vente conmigo a la cama, anda ven. - le decía cogiéndole de la mano.

- No, tengo mucha calor, tráeme un vaso de agua ¿quieres? - le contestó cogiendo un libro de la caja y sentándose en el sofá.

- Claro, perdóname, soy un malísimo anfitrión. ¡Vaya!, Descubriste mi sorpresa, quería habértelo comentado. - Le respondió desde la cocina.

_ ¡Oooooh! Es fantástico, ven cielo, vamos a celebrarlo.- dejando caer el libro en el sofá, se abalanzó sobre él, pegando un salto lo rodeó con sus piernas notando su cálida desnudez, buscó su boca, su lengua. Bruno dejó la jarra de agua helada en una mesa cercana, para dejar sus manos libres y sujetarla mejor, acariciándole su culo, aprentándola contra sí. Se dejó caer en el sofá, sin soltarla sin apartar sus labios de los de ella;

- Dame agua, necesito refrescarme, pero dámela tú , mis manos están...ocupadas.- Le dijo sonriente Marta, con mirada pícara.

- Veo que eres muy... mala, pero yo soy aún más, abre tu sedienta boca- Marta obedeció, sintiendo como el agua se le derramaba por toda la cara e iba bajando por la camiseta, dejándosela pegadita a sus senos, ahora duros al tacto del agua fría, Bruno metió los dedos en la jarra y sacó un terrón de hielo, los posó en sus labios y luego se los lamió como si fuera un gatito, luego fue bajando el hielo, dando un ligero paseo por su piel, haciendo círculos por sus pechos, Bruno movió deliberadamente su boca contra un pezón erguido de Marta y seguidamente haciendo lo mismo con el otro. La miró con deseo, hundiendo su mano en su cabello, acercó los labios a su boca y la besó con ternura.

- .Anda, para un poco cielo eres una fiera en celo, vamos a descansar, un rato, ¿vale? Estoy algo agotada del viaje. ¿Porqué no me lees un poco quiero oír tu voz acariciando las palabras de tu libro. - En los ojos de Bruno bailaba la risa, se sentía a gusto con esa mujer, podía hasta enamorarse de ella, era ¡tan fácil!, Gracias a Dios que se marcharía pronto, no le hacía falta ahora complicarse más la vida. No quería mover ficha.

-¿Quieres que te lea? - le preguntó algo extrañado mirándole a los ojos.

- Sí, mi vida, hazlo por favor, deléitame un poquito,- Marta , apoyó su cabeza en su hombro, invitándolo a que empezara, se entretuvo en el espeso vello de su pecho , se sentía como una niña a la que le van a contar un cuento, estaba feliz , tranquila, cansada.

- Me parece muy bien tesoro, así podrás presumir que el propio autor, de primera mano, - acariciando su culo mientras hablaba, - te relató su novela y tendrás un bonito recuerdo cuando la vuelvas a leer, recordando mi voz grave y aterciopelada.

- Deja de presumir y empieza de una vez - Marta lo miró divertida, lo besó en la mejilla y esperó a que empezara a leer.

- Esta bien, esta bien mi chiquilla, empezaré- Bruno cogió su libro, abrió la primera página y empezó a leer su novela, observando como Marta luchaba por mantener sus ojos abiertos, pero la lucha fue en vano ya que notaba como le pesaban sus párpados y como se dejaba arrastrar por un profundo sueño. Dejó el libro a un lado, la levantó en brazos y la dejó caer en su cama. Le parecía tan chiquitina, tan delicada, que le pareció una mariposa de alas doradas.

FIN.... (de momento)

MARIOSE CAMIONERA

MARIOSE CAMIONERA -¡Cómo me pone una belleza como tú, al volante!. ¡Cómo molas tía!

Esto es lo que me ha dicho un tipo al pasar por su lado con mi camión pequeño. Ese piropo ha sido el más suave, los otros los omito, porque ni los entendí claramente, con el ruido, de mi viejo camión, ni hice por escucharlo, porque no me importaban un pimiento. Pero aparentemente iba muy chula yo, aunque las marchas no me entraban ni queriendo. ¡Anda que la que he liado por el políg. industrial donde trabajo!. Una vuelta de nada, pero la he armado más que si hoy me pongo una minifalda.

Esto es lo malo de las empresas familiares que eres chica para todo, lo mismo soy gerente, jefa de personal, secretaria, jefa de ventas, que limpiadora y todo va incluido en la nómina donde me catalogan como: “Encargada general”. Vamos, responsabilidad las que quiera y las que no, también.

Pero es que en mi trabajo no puedo siempre vestir muy femenina, que digamos; sería incomodo subirme a la traspaleta eléctrica, cuando hace falta o como hoy llevar para pasar la I.T.V. del camioncillo (como le decimos al camión más pequeño de la empresa que no carga más de 3500kg). Pero nada, como tenía que recoger esta mañana a primera hora las rentas en la asesoría para luego entregarlas al banco, pues iba la mar de mona con un vestido muy vaporoso y primaveral que inoportunamente he elegido. La madre que lo parió y lo mal que me lo ha hecho pasar, cuando quise poner el pie en el suelo para bajarme del viejo trasto y dos mil tíos mirando cada detalle de la bajada (bueno quizás no eran ni una docena, pero no voy a estar en todo ¿no?)

Me he sentido observada en todo momento, lo mismo me miraban disimuladamente de reojo, que descaradamente sonriendo. Si van solos no se atreven mucho a decirme nada, sólo miran, y más si como en alguna ocasión le he preguntado: “Perdón, cómo me dice ¿me está hablando a mí?. Pero como vayan acompañados, no se si es porque cogen alas pero sueltan en ocasiones, cada cosita por sus bocas que vaya, vaya...

Qué extraños somos, qué importancia se le da a las cosas, la manía de adjudicar etiquetas, estereotipos, marcar distancias, desigualdades. Sinceramente haré lo posible por que la próxima vez vaya algún repartidor, y si hoy he ido es porque era el ultimo día y mañana hacía falta que saliera en carretera que sino, esta se queda en la oficina, cómodamente (sólo en apariencias porque tengo una montaña de papeles) para qué decir lo contrario. Pero me da tristeza tener la sensación de que hagamos lo que hagamos las mujeres siempre seremos criticadas como condición, por nuestro genero. Nunca sabes qué hacer, para ser tú misma. Para que sientan que sólo eres una persona, ni mejor, ni peor, sólo intentando luchar por la vida que le ha tocado lo mejor que pueda... y que es muy cansino seguir escuchando como siguen repitiendo una y otra lo de: “A ver, no queréis la igualdad”...

Encima ayer quedo para desayunar con una amiga, que trabaja cerca y me suelta: “nena, cómo puedes tener las uñas de una mano largas y las de la otra echitas polvo” la niña que tiene limpiadora diaria y personal de sobra para cada puesto de los que desempeño. Pues nada, mi contestación, es la que espera, porque siempre estamos igual: “Pues porque con esta manita me saco los mocos mejor, no te jode, ¡que no soy una barby super-star!”

ALAS DE MARIPOSAS DORADAS. (2ª parte)

ALAS DE MARIPOSAS DORADAS. (2ª parte) Regresó desnudo con una jarra fría de agua sin vaso y le dio de beber como a un cachorrillo abandonado.

El agua le chorreaba por la camiseta de tirantes mimetizada, como la de los soldados. Marta hoy se sentía una soldadita lista para la batalla, pero algo pudorosa ya que no quiso quitársela, no se sentía segura de nada, no quería pensar, ya habría tiempo de pensar, fuera la conciencia, deja que estos dos amantes se fundan en uno, déjale que ella disfrute ese momento con el amor de su vida, aunque todavía no lo sepa, todavía no se daba cuenta de nada.

Solo lo miraba, lo observaba, su pelo, era...tan velludo y a ella le encantaba; pero... ¿Cómo había cambiado tanto? Si creía que solo le gustaban depiladitos, como actualmente se llevaban ahora, pero el amor vuelve lo blanco negro y todo se confunde inexplicablemente todo en él le atraía, si se lo hubiera cruzado por la calle seguro que ni había reparado en él, bueno si no la fuera regalado con su traviesa mirada, porque la primera vez que lo hizo todo cambió para ella pero estaba ciega, como el amor que siempre es ciego. Se dejaba llevar por sus instintos por sus sentidos más primarios.

Bruno dejó la jarra en el suelo y le quitó la camiseta a su amada. Ahora sí, ahora ya estaban verdaderamente desnudos. Ella lo atrajo hacia si, quería taparse, pero él la miró a los ojos y entonces todo se le olvidó, ya no sabía quien era ni como demonios estaba allí, tan lejos de su hogar. Quería ser como él, admiraba a los hombres en eso, sabían vivir el momento sin analizarlo todo como ella estaba haciendo en ese justo momento, así no había manera de disfrutar, entonces lo besó con mas furia, se entretuvo en su boca, hasta que Bruno quiso probar sus hermosos pezones, y entonces los recorrió con su lengua haciendo círculos, y estos estaban deseosos de ser macerados por las manos que los poseían.

Marta sentía que se iba a desmayar de placer y por ese calor tan sofocante...
¿Quién dijo que en Madrid no hacía tanto calor? Empezó a acariciar su pene, tenía que agarrarse a algo y era lo más duro que encontró mientras gemía de placer.

Era el pene más bello que había visto jamás, (¿los penes son bellos? Ahora sí que deliraba) Era grueso , el mas largo que había tenido entre manos. Pensándolo bien, no había tenido a muchos, podía contarlos con los dedos de una mano,pero.. no con la mano que ahora acariciaba ese bellísimo pene, ahora estaba ocupada en otros menesteres, más gratificante que contar amantes. ¿Quién se acordaba de ellos si El Amante en persona la estaba poseyendo?

Deseaba metérselo en la boca y eso se dispuso hacer al no ver ninguna objeción de su amante, que muy al contrario le regaló con una sonrisa cómplice; y como si de un helado se tratara empezó a chupar con verdadero frenesí. Bruno cogió el móvil y lejos de llamar a nadie se dispuso a hacerle fotos en esa postura.

Ella le apartó el móvil y lo guío en la batalla final, le enseñó el camino y sin desmayo, lentamente, muy lentamente, subía por el camino que había bajado, sin desviar su rumbo.

Estaban exhaustos, doloridos, se sentaron en la cama apoyándose en la pared. Bruno le ofreció un cigarro para que se lo encendiera, le gustaba hacerlo aunque ella no fumaba, pero le excitaba como lo encendía y aspiraba el humo. Sabía fuerte como él. El aroma del cigarro impregnaba la habitación. Marta se lo devolvió. Estaban callados mirándose sin decirse nada y a la vez se lo decían todo.

Ella fue al baño a refrescarse, se miró al espejo, estaba bonita, despeinada pero radiante tendría que retocar el carmín pero no quería que pensara que era demasiado coqueta. Miró su reflejo en el espejo, su cuerpo estaba duro pero hacía meses que no pasaba por el gimnasio, quizás volvería a ir, no quería descuidarse y le gustaba sentirse ágil y descargar toda esa adrenalina acumulada durante el día...

(Seguirá, si quieres, claro)

AMIGO-ENEMIGO

AMIGO-ENEMIGO AMIGO- ENEMIGO.

Apareciste como una ráfaga y te vas silencioso, sin explicaciones. Te odio porque antes te quise. Pero eso es otra historia, antes era tan joven, tan bella, sentada en un sillón mullido de flores.

Ahora esas flores están marchitas. No, no me conoces, reflejas soledad, pero nunca supiste lo que pensaba. Sólo te has fijado en el exterior. Te quedas con el envoltorio, con sólo mi silueta, con la forma. Pero yo soy más que eso. A mí me gusta más el regalo que lleva dentro. No sólo el papel de colores con lindos lazos que lo envuelve. Un día fuiste mi amigo, pero hoy se fue el encanto.

Eres tan impenetrable y superficial... Tan sólo eres una pequeña luz en la oscuridad. No puedo aguantar tu silencio por más tiempo. Antes te daba tanta importancia...Pero a ver ¿quién eres tu? o mejor aún ¿quién te crees que eres? Eres sólo uno más, con diferente marco. Todo es relativo, todo depende de la luz con la que mires. Pero te domé. Sí que lo hice. Tú en el fondo, no me conoces de nada, como para atreverte a insultarme. Tú que no tienes ni personalidad propia, que te dejas llevar por la primera que se te acerca, con la primera que ves pasar. Te veo, me ves, me dejo llevar y ya ni me quejo.

Te dí entrada a mi casa, en mi hogar, con mi familia, te puse en el mejor sitio. Ya sólo me acuerdo de ti como referencia, sólo por necesidad. Ya no brillas con luz propia. Eres todo lo opuesto a mí. Te veo tan...vacío. Siempre diciendo lo mismo.

Ya no te haré caso. Ya no me fijaré más en ti cuando te mire, ya me salí de ti, no me reflejas para nada. Sólo te veo como lo que eres:
Un simple y maldito espejo.

EL DUENDE DEL PIANO.

EL DUENDE DEL PIANO. El juego consiste en utilizar algunas palabras y añadirlas en el contexto de una historia, no sobrepasando las 400 palabras (hecho que "casi" cumplo). Ésta semana tocaba:Anticuario, Algoritmo, Dogma, Duende, Privilegio. Así me salió:

Cuentan que hace mucho tiempo, un experto anticuario recorría las campiñas gallegas en busca de muebles antiguos arrinconados en desvanes, cobertizos, de granjas o haciendas donde tenía la esperanza de hallar piezas meritorias y comprarlas a bajos precios, aprovechando la ignorancia de los paisanos desconocedores de su valor real.

Algo cansado por vagar sin éxito durante días sin conseguir nada de valor, sino trastos viejos que no le ayudaban ni por asomo a cumplir sus cuentas en su algoritmo mensual que le permitiera encontrar alguna pieza importante y hacer el negocio de su vida, se sentó a descansar en un banco de la entrada de un caserío esperando que alguien lo recibiera.

Un hombre con la mirada perdida lo recibió como si lo estuviera esperando y al presentarse y explicar el motivo de su trajinar, lo llevó hacía el umbral del cobertizo de aquel lugar, indicándole que si quería un piano que poseía aceptaría lo que viera oportuno.

Cuando el anticuario extrañado quiso preguntarle la razón de su desapego a una pieza tan valiosa advirtiéndole aquel, que no le ayudaría a retirarlo bajo ningún concepto y si le interesaba la pieza debería de convencer a los lugareños para que lo ayudaran a sacarlo, le sorprendió la historia que el campesino asustado le contó:

Aseguraba que aquel piano poseía un misterioso sortilegio y tocaba largas piezas solo, sin que ninguna mano humana lo tocara. Que su vieja mujer no había levantado cabeza desde que un día, alentada por un extraño ruido que desde el cobertizo provenía, quiso acallar a su curiosidad y se acercó sigilosa tras la puerta entreabriéndola levemente.

Aseguraba que había tenido el privilegio de entrever, bailando encima del piano, a un pequeño ser, no hallando la forma de describirlo pues no era ni hombre, ni enano, ni niño con un par de ojos oscuros, grandes e inquietantes, que brillaban como un cristal en las penumbras como un duende de unos 30 cm. Con ropajes singulares, un gran sombrero que le tapaba parte de su rostro y dientes agudos convirtiéndolo en su ser aparentemente malévolo, rompiéndole en añicos cualquier dogma de fe cuando al percibir su llegada, el piano cesó su musica y aquel extraño duendecillo le clavó su mirada cínica y maligna, despertando en ella un terror hasta ahora desconocido, como si le hubiera clavado un puñal provocándole una rápida huida tan veloz, como las piernas le procuraban y creyendo que el singular personaje iba tras ella en un encarnizado trayecto, hasta que como pudo se encerró en su hacienda, no queriendo jamás salir sola del umbral de la puerta, sin encontrar ninguna explicación a todo lo acontecido aquel sorprendente día.