Vacío, oscuridad, nada. Pasará, pero no ahora. Ahora ahoga, ausencia de sonrisas enmascaradas, de felicidad ida.
Sin causa o con ella, nada le importa. Ni ella.
Soledad, sabe que no tiene derecho a estar triste. Pero no tiene derecho, no tiene nada. Se siente autista, mira sin mirar, vive sin vivir.
No huele, no siente. Sentir sí, tristeza.
- ¿Qué es eso?
- Es nada.
- ¿Nada? Eso es mucho, menos que nada.
- ¿Por qué?
- Por nada.
Llora sin lagrimas, ya no tiene. Llora por dentro. Piensa:
- ¿Estaré muerta? Muerta soñando que vivo sin vivir.
- Lo tienes todo, tendrías que estar feliz, agradecida, pero no te das cuenta. Cuéntame ¿qué tienes, que sientes?
- Un vacío vacuo. Un hueco en el alma.
- ¿Por qué? ¿Te hicieron daño?
- Ahora no me hables Conciencia, no me mires siquiera, que escupo como las llamas.
- Esperaré, esperaré a mañana y si no ha pasado, ha pasado mañana.
Cardenales verdes, morados, amarillos; daño, dolor, pesadumbre, tormento, suplicio, angustia, tortura.
-¿Qué quieres Soledad?
- Chillar, pero me ahogo. Quiero llorar, pero estoy seca. Lloro por dentro y me consumo.
Cárcel, rejas, alas rotas, cortadas, pero ya no tiene ganas de volar. ¿Para qué? Llueve y se mojarían. Y no quiere mojarse, quieres dejarlas donde están en el baúl guardadas, oliendo a naftalina.
- Me caigo.
- Levántate, yo te cojo.
- No puedo.
- Puedes. ¡Arriba, vamos!
- Voy. Pero dame tu mano.
- Tómala
- No siento.
- Sentirás.
(No lo acabo de escribir, incluso al leerlo recordé que cuando lo hice padecía una pequeña depresión y opté por indagar en ella, enfrentándome con mis propios sentimientos, a mis miedos para vencerlos... pero hay momentos que vuelvo a estar inexplicablemente, muy triste. No se si las hormonas realmente tienen algo que ver, pero algo de eso supongo que hay tambien...Quise hablar a solas con mi soledad, con mi conciencia, con mi alma y ella me ayudó a levantar mi ánimo. Alguién me dijo que entrego tanto de mí, que me quedo vacia, pero son breves momentos, unas horas, máximo un día o dos, aunque cuando ocurre me parezcan una eternidad, lo justo para recobrar la sonrisa y otra vez seguir caminando.)