¡NO ME QUIERO!
- No me quiero. Que no, que no me quiero, no insistas.
- Algo te querrás, vamos digo yo.
- Tú puedes decir misa, pero yo no me quiero.
- ¿Por qué no te quieres?
- Porque no me gusto.
- Pues no te pidas de salir y punto. Además estás casada.
- No pensaba hacerlo.
- ¿Por qué no te gustas?
- Porque no dejo de cumplir años.
- Vamos, como toda hija de vecina.
- Pero yo soy yo.
- ¿Y qué?
- Pues que no puedo parar eso.
- Me temo que no. Imagina que pudieras hacerlo.
- ¡¡Ohhhhh sí!! Me encantaría.
- Eso mismo, estarías encantada eternamente.
- ¿Eternamente? ¿Estás segura?
- Segurísima.
- Ahora que lo pienso, si mi edad se parara y no la de los demás, mis hijos parecerían mis abuelos.
- Eso mismo.
- Te estás repitiendo.
- Y tú también.
- Pareces mi espejo.
- Es que lo soy.
- Pues no me reconozco.
- Pues eres tú.
- Porque tú lo digas.
- No, porque te reflejas.
- Te he dicho que yo no soy tú. Que diga, esa no soy yo.
- ¡Anda que no! Y entonces ¿quién es?
- Tú sabrás.
- No me creo que no te quieras.
- ¿En qué te basas?
- Porque sino te quisieras, por ejemplo, no comerías.
- Anda ésta, no me voy a morir de hambre.
- Sí pero tú comer, comes.
- ¿Me estás llamando gorda?
- ¿Quién yo? Estás que no te aguanto.
- Ya somos dos.
(María José Díaz)
(DISERTACIONES CON MI ESPEJITO, QUE DE MÁGICO TIENE POCO Y HOY ME CAE FATAL)
… Y ¿tú? ¿Te quieres? ¿Te aceptas? ¿Tu autoestima está alta, baja, no existe?...